POPULISTAS

 

Europa se debate entre populismos que emergen con fuerza creciente. Da miedo ver cómo la extrema derecha y xenófoba coge fuerza en Alemania, Polonia, Dinamarca… Recientemente, incluso Austria se ha quedado a escasos 30.000 votos de tener un presidente y gobierno extremistas…

                La única razón que puede explicar que democracias asentadas se aventuren a votar estos neofascismos, es la inseguridad, la pobreza y el miedo de la sociedad civil ante las debilidades y corruptelas expuestas por la UE tras la abierta crisis económica. La ciudadanía, cuando se siente en precario, suele buscar refugio en las políticas aparentemente fuertes, en aquellos políticos que le dicen lo que necesitan oír y les ofrecen lo que nunca le van a dar, sino más bien todo lo contrario. Y allí aparecen siempre los políticos populistas.

                El advenimiento del nazismo fue exactamente eso mismo. Hitler, un mediocre funcionario, utilizó la democracia para implantar su dictadura tras imponerse al resto de los partidos con un discurso absoluta y totalmente populista. Los votos de la gente fueron los que lo auparon al poder más trágico de la historia moderna. Las urnas y el uso de las libertades democráticas fueron su herramienta para cargarse la propia democracia. Y la ciudadanía le regaló las armas que luego empleó para silenciarla y reprimirla. Como Mussolini en Italia, y como tantos otros en otros tantos sitios.

                Aquí, en España, como en casi todo el sur de Europa, la eclosión de los populismos tiene otras variantes, y es que el populismo anida, y anida bien, en cualquiera de los extremos, tanto a la derecha como a la izquierda. En nuestro país, por ejemplo, la derecha gobernante, el PP, al tener una vena claramente extrema, de derechona clerical y cortijera, absorbe gran parte del signo populista, actuando como un colchón que amortigua lo más estridente de su lado.

                Quizá por eso, el populismo nace con fuerza en la izquierda. Mejor dicho, a la izquierda de la izquierda. Porque la izquierda socialista, PSOE, es pragmática y moderada, y de ahí que eclosione el fenómeno de Podemos que concentra el desengaño social del 15-M, cataliza la insatisfacción, la frustración, la duda y el temor de una población que sufre una reducción brutal de su clase media, una desprotección absoluta ante las oligarquías y un aumento feroz de la desigualdad social. Como consecuencia, se cena a la vieja guardia de la más arcáica izquierda, IU, mientras, con todo el cinismo del mundo, se reviste a sí misma de socialdemocracia.

                Pero las causas y los efectos del populismo, sean de brazo en alto o de puño cerrado, son siempre iguales. Y siempre son las mismas. Solo buscan el poder, más aún, el poder absoluto, a través de la insatisfacción, miedo e inseguridad del pueblo.

                Lo que pasa después es que el precio que se paga resulta siempre desproporcionado. Demasiado caro y oneroso… Nosotros aún estamos a tiempo.