POR AQUÍ ANDAMOS...
- Por miguel-galindo
- El 13/01/2022
Ómicron está llevando al límite a la atención primaria. La está colapsando. Es cierto que esta variante del Cóvid.19 está resultando ser menos letal que la Delta, por ejemplo, pero, a cambio, es mucho más contagiosa. El dramatismo es menor, por lo que le perdemos miedo al reducir el luto de sus resultados, pero eso no significa que se reduzca el drama… Y eso es porque, si resquebraja la atención hospitalaria – y lo está haciendo - los muertos seguirán produciéndose, si bien menos y por otras causas complicadas. A lo que nuestra inteligencia no llega a alcanzar es que son consecuencia de lo mismo: el sistema de asistencia pública está petado; el personal, al borde una crisis de nervios; y los medios a punto de quebrar…
Los profesionales de los Centros de Salud están trabajando bajo una enorme presión, y sus representantes están advirtiendo que, sin inversión en medios y en personal, los problemas se multiplicarán exponencialmente… Todo eso, mientras la ciudadanía pasábamos de todo entre fiesta y fiesta; entre cotillón y cotillón; entre quedada y quedada; y entre amogollonamientos lucero-callejeros. Sin tener, ni querer tener, conciencia de ello.
Yo mismo fui testigo, dentro de mi pequeño nivel de pueblo. Necesité un servicio médico de cierta urgencia, y en el Centro de Salud que me corresponde, la recepción era un completo caos. Todos sacando número y ninguno usándolo; unos iban a por Certificados Cóvid; otros a hacerse los test de antígenos (que no de inteligencia); otros a solicitar información; otros precisando ayuda urgente… Y dos personas tuneándose y turnándose para atender tan enorme desorden. Aquello parecía un dispensario de guerra… Poco después volví a necesitar los servicios médicos para una prójima próxima, pero esta vez acudí a un centro para compañías privadas: los justos, ordenados, atendidos perfectamente, con el servicio completo a su disposición… Como comparar el cielo con el infierno.
No es mi deseo criticar el primero, ni mucho menos a sus profesionales, pero sí establecer comparaciones con el segundo. La diferencia estriba tan solo en que en el primero, la relación de correspondencia entre medios y usuarios es ínfima, casi inexistente; y en el segundo es la correcta, mucho más equilibrada. Eso es todo. Pero sí que habrá (de eso estoy seguro) una cantidad de subsecretarios, jefes de negociado, de servicio, de sección, de coordinadores de despacho y nominaza absolutamente desproporcionado; y que estarían mucho mejor corriendo por los pasillos y atendiendo a la gente. En tales casos, hay más oficiales y suboficiales que soldados, más jefes que indios… Y luego está la segunda parte, que no es menos importante:
Y es que llueve sobre mojado, y el vaso está a punto de desborde. Antes de la pandemia ya sufrieron por el recorte presupuestario e inversión, impuestos por Rajoy. Llegó la explosión primera y el sistema quedó exhausto y al límite… Pero esos prometidos, jurados y presumidos refuerzos tampoco se hicieron. Todo mentira y fotos. Al bajar la presión, también bajó la memoria, y la vergüenza, y la dignidad, dicho sea de paso y sin ánimo de ofender, tan solo que de constatar… Claro, el alza de las terceras dosis de vacunas, y la de los jóvenes y los críos, dispararon la inmunización en los casos graves, pero el contagio masivo también ha disparado la necesidad de atención. Y nos encontramos que estamos como estábamos; aún peor: sin personal, sin medios, cansados y agotados. Con el culo al aire, y sin taparrabos.
Luego está el limbo – legal y social – de quienes no se pueden vacunar por razones médicas; y los que no se quieren vacunas por razones personales: los covíctimas y los covidiotas. Unos quieren y no pueden; mientras los otros que pueden, no quieren. A los primeros hay que protegerlos de los segundos, y a los segundos hay que protegerlos de sí mismos, y procurar que no dañen a los demás y al sistema de salud al que pertenecen, con el que no colaboran pero del que sí se aprovechan… Complicado, sí pero es la secuela de cualquier epidemia, y también hay que contar con medios , soluciones y resoluciones para hacerle frente… ¿Lo estamos haciendo?.. Me temo que no.
Y si no impedimos que este circuito se retroalimente a sí mismo; si no rompemos la espiral, seguirán produciéndose variantes que están poniendo en peligro nuestra salud, produciendo el colapso sanitario, y jodiendo la recuperación económica de todo el país… Vamos, directos, entre unos y otros, y otras y otres, a la ruina y al crack del sistema del bienestar… Y, mientras tanto, mire usted, me importa una mierda que el Madrid pinche con el Rayo; que el Barcelona se recupere o no; o que Carlos Sanz pierda una hora, o cien, en el Paris-Dáckar; o que el concierto de Sabina, o de Serrat, o de la Carabina, se vayan a tomar por saco… ¿Estamos..?
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com