PRÁCTICAS CERDAS

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Al final, tanto el FBI (quizá por eso mismo Trump le tiene declarada la guerra) como investigadores de la propia UE, así como expertos de empresas independientes, saben cómo, y lo explican paso a paso, Rusia ayudó a la victoria del gorila Dónald en las presidenciales de EE.UU., al igual que el método usado (o intentado, al menos) para interferir en las francesas y alemanas, y el cada vez más y mejor demostrado, por lo patente, del caso catalán. Todo con el fin de provocar la desestabilización de una Europa y un occidente al que considera su peor y principal enemigo, como en los buenos tiempos de Krustchev…

            La factoría de noticias falsas se establece en una agencia financiada con fondos oficiales y del entorno del presidente Putin. Tampoco se esfuerzan mucho en disimularlo en un estado ruso cada vez más sometido a este zar. Tan solo se limitan a negar lo evidente, y que se lo crea quien se lo crea… Todo se limita a una maquinaria establecida para propagar postverdades, esto es, verdades manipuladas en mentiras, desde cientos de miles de cuentas falsas creadas en las redes sociales de Internet, que emiten durante 24 horas al día en turnos de 8 o 12 horas, bulos que hacen eco entre ellas mismas multiplicando ad infinitum su efecto mediático. Eso forma un alud, una bola de nieve de rumores y embustes difícil de frenar. En principio, al menos.

            La emisión de anuncios ilegales apoyando a un candidato (Trump) y oponiéndose a otro (Clinton), producidos, comprados y publicados desde falsas cuentas bancarias, abiertas por identidades igual de falsas, y pagados con criptomonedas, a fin de hacer imposible el rastreo de la financiación de todo este gigantesco montaje. Incluso llegaron a pagar activistas profesionales, y hasta muchos asistentes a manifestaciones y protestas. Es muy fácil engrasar ésta cada vez más manipulable máquina. Tales informes hablan incluso de falsos mítines callejeros con una doble de Hillary, localizados el mismo día en California, New York, West Palm Beach o Charlotte. En una palabra, todo es posible, hasta lo imposible, con, y en, y desde, las redes.

            Esto último lo hemos podido apreciar, incluso burdamente, en el affaire de Cataluña. Fotos trucadas, groseramente retocadas además, sobre una inexistente pero importada e impostada brutalidad policial; enredadores violentos expertos en algaradas llegados (por contratados) de todas partes y no controlados por los mismos Mossos que tampoco controlaron la matanza islamista aún habiendo estado avisados de que se iba a producir… y también, ¿cómo no?, las inevitables mascaradas de los/las que acudían ante las cámaras, como a la mierda las moscas, vendadas del brazo equivocado…

            Pero es que todos esos populismos, fascismos y soberanismos, están utilizando todas esas técnicas manipulatorias. Y no es que engañen a muchos, que cada vez son menos, no… Es que compaginan los movimientos de masas, dirigidas y compradas a veces, con la estrategia del envenenamiento de las redes. Y eso, aparentemente al menos, parece funcionarles, ya que tienen aliados ocultos en ciertas alcantarillas empresariales, políticas y de ciertos medios de comunicación (aquí el PSOE tendría que explicar la inmunidad ofrecida a los medios catalanes, propiedad de Mediapro), y que colaboran en la desestabilización y debilitamiento interesado del bando institucionalista.

Ítem más, véase también el turbio comportamiento de esos mismos elementos con respecto al vergonzoso tema de la inmersión lingüística. Porque Podemos, ya se sabe, son seguidores decididos y alumnos aventajados de las prácticas del putin sóviet. Es lo suyo. Pero ojo con algunos de los demás que dicen ser de los polis buenos…