PUERTAS
- Por miguel-galindo
- El 23/07/2018
No solo existen las puertas giratorias. Vergonzosas para la dignidad de cualquier partido. También existen las puertas correderas, no menos vergonzosas para la dignidad de cualquier funcionario. ¿O es que no se han dado cuenta del enorme trampolín que supone la política para el funcionariado… digamos, de cierta élite?.. ¿Qué no?.. Pues miren, miren ustedes el porcentaje de altos cargos públicos en excedencia de la Administración, que luego vuelven a su comedero en caso de no usar la puerta giratoria hacia la gran empresa como pago por los servicios (favores) prestados, o a otras cunas más altas (Europa) de la política.
En pocos países democráticos una oposición a puesto público tiene tantas puertas a su disposición (giratorias y correderas) como en España. En esos otros países, su democracia intenta preserva la neutralidad de sus funcionarios poniéndoles trabas y barreras formales que dificulten el paso a la política. Pero aquí es al revés, aquí se les pone la alfombra roja. Aquí, al contrario que en las democracias avanzadas, se les facilita el tránsito… como la fibra para el intestinal.
Un ejemplo europeo, para que comparen ustedes. Mientras en Alemania es un 6,3% de cargos políticos los que antes lo ocuparon en el sector público, aquí, en nuestro país, es más del 33%. Algo paralelo ocurre con los comités de dirección. Hay cinco veces más ex altos cargos públicos en las grandes empresas españolas que en las alemanas. Y la enorme mayoría de ellos son funcionarios de los grandes cuerpos, sobre todo abogados del estado, por cierto.
Aquí se da un caso digno de estudio. Mientras los ciudadanos de base se parten los piños por escapar de la empresa privada y acomodarse en la pública (luego, claro, se quejan de la paga, pero no de su seguridad, de sus privilegios, de la responsabilidad, de su trabajo ni del dolce far niente), así que se busca el funcionariado como se busca el oxígeno. Después, cuando se escala el escalofón – valga la repugnancia, perdón, la redundancia ha querido decir -, se usa la puerta corredera para medrar en y de la política, y más tarde, se utiliza la giratoria para colocarse en la alta y privilegiada empresa privada, de cuyas casposas partes bajas escaparon al principio de su historia del trepa que te trepa.
Es como un viaje iniciático en busca del viático. El único palio bajo el que refugiarse, tras la escalada y el asalto a la ensalada. Aquí pasan a portada de periódico los políticos que filtran al sector privado, pero se ignora que lo que caracteriza la relación público-privada, vía política, en España, es la funcionarización. A la sombra, primero de Franco y luego de los partidos, nos han nacido unas excrecencias que son los cuerpos administrativos del estado, que acumulan el poder político y económico de ese mismo Estado.
Por supuesto, para entrar a formar parte de tan exclusivo club, hay que realizar unas duras oposiciones, que, encima, su diseño solo favorece a las familias con recursos suficientes como para tener a sus vástagos opositando y perseverando hasta los cuarenta añicos. Aquí, en España, esas oposiciones se ganan para adscribirse al pesebre y/o para hacer carrera pública y política que aterrice al final en los altos y verdes campos del edén privados. Y que no falte el pienso nunca, ni en ningún tiempo ni lugar.
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