PUES YA SOMOS DOS...

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He escrito al menos tres artículos aquí mismo, en los que he puesto de manifiesto los paralelismos manifiestos que veo en los métodos, formas, estrategias, modos y maneras del independentismo catalán, con el advenimiento del nazismo de Hitler, basándome en el apoyo incicial de cierta élite empresarial y en su mejor retrato de Dorian Gray: la película “El Imperio del Mal”. Son semejanzas sobradamente razonables, y, a pesar de ello, algunos de mis más conspícuos corresponsales, me expresaron su no coincidencia con mi opinión, más por temor que por convicción por cierto…

 

            Sin embargo, el pasado 18/03, el prestigioso Javier Marías me dio la razón en su Zona Fantasma del dominical de El País, bajo el título: Nazística. La verdad es que me siento halagado y acojonado. Que un analista e intelectual de su talla coincida conmigo punto por punto en algo tan atrevido por parte de un comentarista de tres al cuarto como un servidor, en tema tan delicado, me reconforta porque me afirma en mis opiniones, me halaga, dada la diferencia de tallaje entre ambos, y me asusta por exactamente lo mismo.

 

            Javier Marías se basa en fuentes distintas para llegar a los mismos análisis y conclusiones que este humilde servidor en esos tres artículos muy anteriores al suyo, a los que me refiero. Él lo hace a través del documental nazi El Triunfo de la Voluntad, de la, a pesar de panegirista del Reïch, excelente directora, Reni Riefensthad. (Por cierto, no la he visto reivindicada por ningún lado en los recientes fastos feministas, a pesar de haber sido una pionera destacada del feminismo, al margen de su confesada ideología fascista).

 

            Una característica nazi, asegura, es que, si pierden un plebiscito, reivindican cuantos sean necesarios hasta ganarlo, pero si lo ganan de primeras, su resultado lo consideran inamovible para siempre. Ya no se puede revisar, ni someterse a nueva consulta, ni la ciudadanía puede rectificar ni cambiar de opinión. Es lo que en Cataluña han manifestado sin tapujos los nacionalistas a través de sus más destacados dirigentes en las última elecciones habidas: si las ganamos, las aceptaremos, y si las perdemos, las rechazaremos.

 

            Tan es así, que un destacado miembro de la ANC, un tal Alcoberro, soltó sin empacho que “la independencia es irreversible porque los dos millones que votaron separatismo el 21.D no aceptarán otro proyecto”, ignorando y despreciando a los tres millones y medio que no votan separatismo. Y esos son los mismos que acosan, chantajean, insultan, amenazan y atacan a la mayoría de los catalanes que no son como ellos, pero eso sí, se manifiestan encima como “gentes de paz”, igual, exactamente igual, que aquellos buenos alemanes nazis acosaban, chantajeaban, insultaban, amenazaban y atacaban a los malos alemanes que no pensaban como ellos. Y todo eso se hacía – y lo hacen éstos también – exigiendo respeto y en nombre de la democracia.

 

            Aquellos, cuando se vieron con todo el poder en la mano, a sus compatriotas los desposeyeron de sus derechos, los violentaron y los gasearon en campos de concentración. Como los buenos demócratas que presumían ser y con los respetos que exigían para sus principios. Estos no creo que lleguen a gasear, pero sí que son capaces de despojarlos a todos de sus derechos ciudadanos. Como los buenos demócratas que también dicen ser… Bueno, pues ya somos dos los que pensamos así, y me alegro de que el otro no se aun mindundi como yo… nada menos que Julián Marías. Guay…