PUNTO CERO
- Por miguel-galindo
- El 07/04/2016
Hace cien años, Albert Einstein, el padre de la teoría de la relatividad, el descubridor de la fórmula que relaciona la energía, la materia y el tiempo, lo dijo y lo predijo: la música de la creación existe, aunque no la oigamos, y se llaman ondas gravitacionales. Cuando se den a conocer, empezaremos a saber sobre el principio de todo. Y lanzó su famosa frase: Dios no juega a los dados.
Pues bien, ya se han captado, ya se han escuchado. Esos sonidos provienen de hace 13.500 millones de años, y fue el encuentro de dos agujeros negros, que liberó, en la cuarta parte de un segundo, una inmensa, impredecible e inmedible cantidad de energía, que empezó a condensarse en infinitas gradaciones de materia, desde la más sutil a la más grosera, y comenzó a marchar el reloj del tiempo. Es el Bing Bang de la creación, y viene a coincidir con las teorías de Stephen Hawkings.
Lo asombroso de esto es que Einstein, hace un siglo, no disponía de los medios tecnológicos avanzados de hoy para saberlo. Solo tenía su intuición y una herramienta tan antigua como universal: las matemáticas. Y don Alberto supo de la existencia del sonido del principio de todos los principios a través de una fórmula, por los números… Pensar en esto, en verdad que pone los pelos de punta. Pero es tan real como su propia historia.
Ya conocíamos, desde hace unos años, lo que se ha venido en llamar “radiación de fondo”, las microondas. Esto es, el eco de esa misma creación primordial. Pero lo que nos faltaba era el eco del tiempo cero, del principio de todo lo que ha devenido a ser, el sonido del inicio de la existencia del todo… Pues bien, desde hace apenas unos pocos meses que ya lo tenemos con nosotros.
¿Y qué dice la religión a todo esto?.. Pues que, si acaso, esas ondas gravitacionales, esa energía liberada, esa radiación de fondo, es la consecuencia de Dios, pero no es Dios… Pero no aclara, naturalmente, que también Dios es consecuencia de Sí mismo, en todo caso. Por lo que sería tan absurdo negar lo primero como lo segundo.
Y es que los sacerdotes están cada vez más acorralados por los investigadores y por sus propios y necios dogmas. El dogma y la ciencia son la antítesis el uno de la otra. La física quántica tiene más lógica en sí misma que la Historia Sagrada. Y más sentido común, y mayor raciocinio también… Lo que pasa es que el hombre necesita a un dios hecho a su imagen y semejanza, y no ha encontrado otra salida que hacerse él mismo a imagen y semejanza de Dios. Pero su razonamiento humano y el científico siguen caminos distintos, si bien tienen una naturaleza común… y algún día tendrán que volver a encontrarse…