QUE CADA CUAL SE CONTESTE

 

¿La carestía de la vida, viene para irse o para quedarse?.. Es una pregunta ésta que deberíamos de plantearnos muy en serio. Aquí, en España al menos, vivíamos una placentera existencia en que el equilibrio entre ingresos y costo de la vida, por lo general, nos permitía una digna subsistencia, salvando por otra parte (que no debería ser olvidado) que somos el país de Europa con una mayor desigualdad estructural, y que soporta unos nieles de pobreza dentro de su población verdaderamente vergonzosos… y peligrosos. Lo que pasa es que uno ve las terrazas llenas, el chiringuito al completo y la hostelería petada, y eso enmascara la realidad una cosa mala… o buena. Pero ahí, entre camareros y clientes, está el cromo de nuestra sociedad…

…Pero también la estampa de nuestra realidad. Porque el “modus operandi” enmascara bastante el “modus vivendi”. La cuestión es que el precio de la luz, de la cesta de la compra, de la gasolina, de nuestras necesidades básicas; el costo de nuestra existencia, en definitiva, se nos ha disparado a índices preocupantes y escandalosos. Sobre todo, y muy especialmente, a los que vivimos de un más o menos justo – de justeza, no de justicia – emeritaje. Nuestras pensiones se quedan cortas a ojos vistas, y, una de dos: o habremos de hacer economías de recorte y rescate, o habremos de buscarnos algún remiendo que llevarnos a casa en algo que podamos ser útiles, si es que aún lo somos para algo…

Esas postales que nos ponen los medios de comunicación ante las narices de venerables ancianas recién marcadas de peluquería de barrio y acompañadas de venerablos ancianos que somos su perfecto complemento, ocupando mesa de terraza y vermut con olivas, y quejándose agriamente al reportero o reportera de que con estas alzas de precios no se puede vivir, están empezando a ser un poco versallescas, y nos están pintando al óleo unas formas que no se corresponden a las realidades… Y que, desgraciadamente, si las aguas no vuelven a su cauce (y dudo que vuelvan) no vamos a poder mantener el falso tipo por mucho tiempo, y nos veremos obligados a tener que priorizar lo que consideremos más importante: si bajar el consumo doméstico para darnos algún homenaje de vez en cuando, o si bajar los homenajes para mantener el consumo doméstico; pero, me temo que, por lo general, ambas cosas no van a poder mantenerse, visto lo visto.

La echada de culpas y responsabilidades a la guerra de Ucrania y al facineroso de Putin ya no creo que dé para tanto… Luego se intentará dirigir a la reconstrucción de esa misma Ucrania y de una economía europea y/o mundial que habrá de quedar maltrecha por el conflicto. O a cualquier otra plaga que venga dispuesta a cargar con el muerto, pero todos sabemos (o deberíamos saber) que se debe al fracaso de un sistema, conocido por globalización o lo que quiera llamarse, que ha enriquecido a media docena de mangantes y oligarcas a cambio de adueñarse y controlar los mercados, con la inestimable ayuda de nuestros gobiernos y nuestra desaforada colaboración consumista. Y que esta carestía y escasez ha venido para quedarse y habitar entre nosotros, me temo… Como también me temo que la lección la habrán de aprender y pagar nuestros hijos y nietos más que nosotros, que nos quedan cuatro telediarios que desliar. Espero, y confío, y deseo, que ellos sepan dar un golpe de timón, y enderezar el rumbo que nosotros, entre todos, con nuestra torpeza, hemos dado al Titánic en el que vamos embarcados… Y que se den cuenta que los hemos educado en un sistema hedonista y de consumo que no se corresponde con los resultados finales.

Si no… peor para ellos, más que para nosotros. El cambio climático también espera a la vuelta de la esquina, y no para enderezar lo que hemos torcido, precisamente, si no para pedirnos cuentas por el desastre que hemos logrado entre todos. Pero el debate está sobre la mesa: ¿recuperaremos la famosa “sociedad del bienestar” que se está viniendo abajo por momentos?, ¿salvaremos los muebles sobre la marcha?, ¿se nos irá todo al carajo y habrá que empezar de nuevo desde antesdeayer?.. Hagamos una porra como fin de fiesta, y rifemos en ella los restos del banquete.

Yo creo que habremos de priorizar lo que sea más importante para nosotros, dentro de lo que nos podamos permitir… Puede que hasta juntarse a vivir parejas de jubilatas afines para compartir gastos y recursos sea una posible solución (no sé si de compromiso o no, pero solución al fin y al cabo), pero lo que dudo es que la escala de valores que nos hemos dado, modelo black friday, nos siga siendo, moral o prácticamente, útil… “Es que, el salir es una necesidad, óiga”, es un falso mantra erigido sobre unas necesidades cubiertas, pero embustero como él solo. En tiempos anteriores no existían ni las vacaciones, y a nadie le pasaba nada… por ejemplo.

Quiero ser más realista que catastrofista, pero no debemos perder la perspectiva real de las cosas: ¿ya no se puede costear la compra del super, ni el gasto del coche, ni la factura de la luz?.. ¿es definitiva esta carestía de vida, o vidorra, o de lo que sea?.. Pues, simplemente, habremos de obrar en consecuencia, y que cada cual, o cuala, currante o emeritante, se atenga a sus posibilidades y valore lo que es, en realidad, importante… Existen oasis como existen espejismos, pero habremos de escoger nosotros mismos…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com