QUE SIGA EL CUENTO

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Se nos acaba la fiesta… bueno, es un decir, porque la fiesta, las fiestas, desde el verano han continuado durante todo Septiembre, con la Feria, en Octubre las de todos los Rosarios… la Navidad que empieza ya en Noviembre… La fiesta en España es continua, seguida, ininterrumpida (no debe cundir el desempleo en la hostelería o estamos perdidos), hoy aquí, mañana allí… Me refiero a ese mes pasado de estiaje estirado en que nos tocamos los catapunes a la vez y al mismo tiempo (virtuosos del dolce far niente que somos) que se los tocamos a los demás con coheterío, musiquerío y griterío hasta las tantas. Por este año se acabó aqueste quento, y para el próximo seguiremos con el que se pueda salvar…

Así que me fijo en un par de noticias, detalles de prensa, como casi colofón del colocón, y el anuncio del apechugue, si bien que por partes y sin achuchar, y que es el llamado estrés postvacacional – cuentismo de última generación inventado para alargar el letargo costeado – el cual va cogiendo grados y una ya casi innegable importancia. Y es que aquí, si no se para y se vacacionea, malo, que nos ponemos pachuchos de tanto laboro, y si se para de vacacionar, también malo, porque hacerlo así, de golpe, el organismo se resiente. Nuestra vergüenza torera no se resiente en ningún caso, por supuesto…

Y una de las “notis” es, precisamente, eso mismo: el clavo ardiente. En esta ocasión por boca de un eminente psicólogo, destacado miembro de destacados organismos, superexperto en dinámicas y terapias con nombres epatantes, etc., etc., etc… “Las vacaciones son una necesidad para todos”. Chócala, acho, tío, t´has ganao a la tribu, lo que yo vengo diciendo toa la via… “Se trata de lograr un descanso y una desconexión del día a día, y utilizar las vacaciones para disfrutar”… Verdades como sagrados templos barrocos, picodoro… ciencia pura, justo eso mismo, tampoco te esfuerces mucho no te provoques una inguinal…

Lo que pasa, es que en la doble página compartida del medio, aparece, a modo de complemento del reportaje, la publicación de un dato específico, algo así como que “bastante más de la mitad de los autónomos no se pueden ir de vacaciones” (fuente de los datos: Ata). Y prosigue: “la inmensa mayoría de dueños de pequeños comercios y otros muchos autónomos no pueden hacer frente a las consecuencias de bajar la persiana esos meses”. Y todo esto viene ilustrado y asegurado por media docena de testimonios cercanos, con nombre y apellidos, que dicen que en su p.. vida han podido hacerlo si querían seguir comiendo

Hasta aquí la noticia real, verídica, tal cual aparece en las páginas del periódico. Vale… Y a partir de aquí viene la noticia ficticia, la inventada e inyectada, tal cual aparecía en un periódico virtual e imaginado en plan broma de bromuro: Los servicios médicos han chequeado a esos seis especímenes infectados (se advierte que hay cientos de miles, millones, de ellos) y, sorprendentemente, no aparecen secuelas de nada, están razonablemente sanos, no acumulan más estrés que los vacacionantes en absoluto, ni tampoco menos, ni se les encuentran mayores niveles de frustración que a cualquier otro congénere con desconexión incorporada de salutífero descanso. Se abre una línea de investigación por tan apabullante descubrimiento. Seguiremos informando, pero se adelanta que toda la fenomenología dada tanto en uno como en otro sentido de aquí atrás, puede deberse a un mero efecto placebo del que sacan partido profesionales de muchos sectores, tanto de la medicina como del sector turístico o de la Biblia en pasta…

Otro aderezo de distinta naturaleza son las especificaciones de un doctor doctorado, valga la redundancia, en cabañuelas. Doce meses, uno por uno, de lluvias, nieves, calores, vientos y generalidades varias, pero sin más especificaciones que las de toda la vida: movidas fenoménicas en el noroeste, un poco que llega al altiplano y al campo de Cartagena… Mar Menor ni se le nombra, pero, bueno, pongámosle algo de fenómenos costeros, y tal y cual… Si pilla, pilla, y si no pilla, pues no pilla, pero me acerco por la orilla… Acojonantes conclusiones de los ingenieros cabañueleros. El Almanaque Zaragozano está servido de inconmensurable I+D.

…Y así pasan los días, y yo desesperando, y tú, tú contestando: quizás, quizás, quizás… (Lucho Gatica).                            

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