¿QUÉ TURISMO..?
- Por miguel-galindo
- El 03/05/2018
En uno de nuestros recientes programas radiofónicos de La Pinza, sobre si el turismo es decisivo para nuestra economía nacional, y emitido desde uno de los enclaves hoteleros más atractivos y prestigiosos de esta región, como yo no dudo de que el turismo es un potencial económico en sí mismo para todo el mundo, pero naufrago entre otros expertos porque no lo soy en absoluto, limité mi intervención al aspecto negativo del fenómeno, por el que últimamente están saltando las alarmas: el turismo invasivo, del que ya las principales ciudades del mundo están advirtiendo seriamente, y el de la fiesta y el botellón, al que tan suicidamente estamos dando acogida en nuestro país…
Naturalmente, estaba yo solo contra todo un resto pro-turístico, en plan perroflauta, y como tal lo asumí… No obstante, hubo de todo como en botica, desde el que apostaba por un turismo de calidad y prefería poner coto y freno al resto, al que daba luz verde y ponía alfombra roja a todo tipo de turismo sin distinciones de cantidad, calidad o cualidad. Una especie de todo vale y que gane el mejor, pensando que, al final, la calidad vencerá sobre todo lo demás.
Un servidor, humildemente, opino que no es así. Que más bien es al revés, todo lo contrario. Que un turismo depredador, o el turismo basado en el alcohol, el estruendo y el vandalismo, ahuyenta y espanta al turismo slow y/o de calidad. Pero, claro, es solo una opinión personal de un no-versado. Se contraponía el razonamiento, impecable pero arriesgado, de que quién es capaz de poner la frontera entre lo que se supone que es turismo de calidad y el que no lo es… Hombre, aparte de la argucia semántica, yo creo que entre el turismo de Magaluff, o de Salou, y el de los campos de golf, o el de los cruceros, hay unas distancias suficientemente considerables como para poder elegir el límite y la frontera… vamos, pienso yo…
Una autoridad mundial en la materia, Elizabeth Becker, hablando del turismo masivo que está creando auténticos problemas de calidad urbana en las ciudades, dice que “estamos creando lugares irreales de artificio y falsedad. Destruimos lo original y creamos parques temáticos. Algo que era bonito y divertido lo hemos convertido en una pesadilla”. Aquel alcalde del Bienvenido Míster Marshall ya quería cambiar la autenticidad de su pueblo por la artificiosidad de un parque temático andaluz typical spain, del que hoy ya se hubiera arrepentido.
Y yo creo que el turismo, como todo, no es bueno ni malo en sí mismo, pero se ha convertido en una de las peores caras del consumismo más agresivo, y como tal, tuvo su cara positiva y empieza a mostrar su cara más negativa. La hipocresía y la paradoja es que se odian a los turistas que no dejan dinero en los lugares designados como turísticos, el turismo pobre, de chicha y nabo, pero arremetemos contra el que quiere cambiarlo. Pero, sobre todo, no analizamos ni la forma, ni el medio, ni la manera, ni el estilo, de atraer ese dinero, y eso, al final, tiene un costo. Un costo que, a la larga, puede superar a la ganancia.
Cuando una Plaza de San Marcos es incapaz de mostrar los baldosines de su piso por los cientimiles de turistas que lo tapan, algo está fallando. O al turista le importa un bledo y usa San Marcos como la excusa del yo-estuve-allí para hacerse un selfie, o estamos vendiendo a los nuevos bárbaros nuestro único, irrepetible y principal patrimonio que merece la pena conservar. O, cuando nos la carguemos, hagamos una Plaza de San Marcos falsa tipo parque temático. Pero tendremos que elegir…