REFORMAS
- Por miguel-galindo
- El 04/01/2018
Hemos de meternos en reformas. La Constitución necesita unos retoques, y las grietas producidas por las sacudidas del independentismo las hace más necesarias que nunca. El precio público del Psoe por su apoyo al 155 fue, además de un dudoso y rastrero capote a los medios de comunicación manipuladores catalanes, el meterse en obras con la Carta Magna, y eso hay que cumplirlo, guste o no al PP. El precio oculto impuesto por Pedro Sánchez de impunidad para que el Canal de TV3 y Radio Catalunya puedan seguir empozoñando la realidad con sus falsedades y mentiras, puede quedar tapado y eclipsado por la negativa de los del PP de cumplir con la palabra dada. Ignoro la mierda que habrá detrás de todo esto, pero haberla, háyla…
En cuanto a la casa de todos, la verdad es que necesita unas cuantas reformas… Quizá empezando por la más básica y elemental que refuerce los cimientos que habrán de soportar después, más tarde, alguna que otra de mayor envergadura. Pero que se necesitan como el comer, está cada día más claro. La reforma del Senado, por ejemplo, es prioritaria. En toda Europa, así como en EE.UU., el Senado es la cámara territorial por excelencia. Aquí solo lo es por excrecencia. En el Senado deben dirimirse todas las cuestiones referentes a las autonomías, a su encaje en el Estado, a sus formas de gobierno, a sus obligaciones y sus privilegios, a todo…
Y los miembros que acometan esa reforma deben ser elegidos por los propios gobiernos autonómicos, con excepción de aquellas fuerzas que no acaten expresamente la Constitución, como son Podemos y los partidos independentistas, que no es que quieran reformarla, si no que quieren destruírla. Y como no es lo mismo una cosa que otra, ellos mismo se dejan fuera. Porque las Constituciones se defienden y se enriquecen reformándolas, no destruyéndolas, como tampoco secuestrándolas, que es lo que quiere hacer el actual gobierno. Los independentistas de ahora son más nazionanistas que nacionalistas, porque, si no, sabrían que el Artículo 2 de la Constitución permite hablar de naciones, eso sí, manteniendo inalterable el sentido del Estado.
Para mejorar el modelo actual es necesario utilizar las soluciones que proceden de los sistemas federales europeos, y avanzar en ese mismo sentido y con ese mismo modelo. Pero para eso se precisan al menos un buen par de piernas para andar tal camino: unas buenas bases históricas, y un sistema justo e igualitario, exento de agravios comparativos. Hoy, las comunidades son una división artificial y artificiosa de un territorio, como España, que dispone de siete reinos fundacionales, según su propia historia y reconoce su propio escudo institucional. Y mantener regímenes forales, de cupo, o de cualquier otro privilegio sobre el resto, tan solo supone sufragar un más alto y mejor nivel de vida de unos pocos a cargo del resto de unos muchos. Y eso es tremendamente injusto. O sea, el actual modelo, primero, no tiene base real históricamente hablando, y segundo, está basado en un sistema injusto y de gravoso agravio.
Un modelo que ha permitido casos como lo del País Vasco o Cataluña, con toda su siniestra retórica, es un modelo que comienza a hacer aguas y amenaza con el naufragio de la nave del Estado. Hay que rectificar, pero hay que rectificar siendo generosos, y no tontos. Aprendiendo de los errores cometidos, y no olvidarlos para no tener que repetirlos. Hemos de hacer una reforma constitucional que facilite el futuro. Y el futuro, es poner a Portugal y España en un mapa común de una Federación Ibérica de Naciones, que sería la formación política más importante de toda Europa… ¿Qué no..?. Seguro que sí... Al tiempo.