SEAMOS JUSTOS
- Por miguel-galindo
- El 12/11/2018
Los españoles aún no nos hemos dado cuenta – y eso lo único que denota es falta de madurez – que a la justicia le estamos dando un valor mediático que no corresponde, y de eso, los únicos que le sacan rédito y se aprovechan, son los populistas, los nazionalistas y cuanto político arribista y sin escrúpulos pulula por ahí, que usan el concepto de justicia según les sirve a ellos, pero que, en el fondo, la maltratan y la desprecian. Es el caso de tantos… El resto de los demás, solo somos la salsa, los que les hacemos a esos desaprensivos el caldo gordo. Disponemos de muchos ejemplos, pero me voy a referir a los dos más recientes.
Que nuestro Supremo haya fallado a favor de la Banca, tras que otros tribunales lo hayan hecho a favor de los clientes (aparte del error garrafal en la manera) tan solo demuestra un par de cosas: que los tentáculos de los estamentos financieros son muy poderosos, y eso se sabe de sobra, y que las leyes españolas en esa materia son confusas y poco claras. Pero se nos olvida lo más importante: que los jueces solo interpretan y aplican la ley, pero no hacen la ley. Solo son sus custodios, no sus creadores. Las leyes las hacen los políticos, no ellos… Por eso Pedro Sánchez se ha aferrado como un clavo ardiendo a esta oportunidad y se ha dado con las paticas en el culo para proclamar que va a modificar esa Ley ya mismo, para que no queden dudas. Todos lo podían haber hecho antes, ¿no?.. Sí, claro, pero la rentabilidad política (votos) se da ahora que el asunto de las hipotecas se ha convertido, por la torpeza del Tribunal Supremo, en un fenómeno mediático.
Otra: el Tribunal de Estrasburgo falla que Otegui no tuvo un juicio imparcial por la animadversión manifiesta de una juez. A esas cosas se llaman garantías procesales. No penalizan a España, ni siquiera la amonestan, simplemente ven dudas razonables de un juicio justo, y lo dicen, y actúan en consecuencia. Cuando ocurren estas cosas, solemos soltar barbaridades como que si los tribunales europeos son proterroristas, y todas esas asnadas de las que somos capaces de largar. Sumadas ambas actuaciones, le ponemos en bandeja un excelente caldo de cultivo a todos los filoetarras, a todos los Puigdemont y Torras, a todos los neonazis catalanes que hay sentados en el Congreso, para que ellos pinten un cuadro nefasto de España con los colores que nosotros mismos les proporcionamos.
Somos incapaces de reconocer nosotros, y responderles a ellos, que de las 1.068 sentencias que el Tribunal de Derechos Humanos europeo dictó el pasado año 2.017, por ejemplo, tan solo media docena se referían a España. Que cualquiera del resto de países de esa democrática Europa, reúne en el alto tribunal más casos que el nuestro. Y no pasa nada. Que esa misma Alemania, o Bélgica, en los que se miran nuestros detractores y se desgañitan en restregarnos por los morros sus falsas premisas, meten la pata tanto o más que nosotros en esa materia. No solo no lo hacemos, si no que aceptamos sus inicuas tesis de que somos un país dictatorial y antidemocrático.
Pero no es así. Es que nos montamos un circo mediático de tres pares, nos revolcamos en la ignorancia de nuestro más absoluto desconocimiento, y proclamamos a voz en rebuzno que tenemos una pésima justicia española, u otra peor europea. Y, naturalmente, así no vendemos la burra… pero sí que engordamos a los cerdos que esponjan esparciendo esa mierda y alimentándose de ella.
Que debemos ser más cuidadosos con nuestros fallos judiciales, está muy claro, que hemos de afinar más con nuestros políticos incontinentes y provocadores, y raperos y artistoides maleducados, también… Pero en todas partes cuecen habas y se les ve su enorme plumero. Si no somos capaces de admitirlos como lo que son, ni sabemos asumirlos, al menos no les regalemos munición a nuestros enemigos. Es que, de verdad, parecemos tontos…
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