SER O NO SER...

 

Al final voy a tener que admitir que España es un país de opuestos, de negros y blancos, sin matices de grises, de rojos y azules, de altos y bajos, guapos y feos, buenos y malos, como en toda buena película de posguerra. Yo pensaba que la historia nos había cambiado en algo, preso resulta que no, que la historia nos ha confirmado en todo. Y no nos ha redimido de nada.

                Hace un siglo, ¡un siglo!.. Pío Baroja escribió algo para un discurso suyo, que luego fue publicado, y por eso ha podido llegar hasta hoy. Momentum Catastrophicum, lo tituló. Uno lo lee y parece que en vez de parirlo en 1.919, lo nació ayer mismo como quien dice. Tal es su actualidad. Habla de los españoles de entonces, y los llama centralistas, constitucionalistas, por supuesto tilda de españolistas a los suyos que no son de ellos, y que éramos lo más arcáico y demagógico de España por no querer ver las bondades de su nacionalismo. Nada ha cambiado de tal discurso. Allí o en Cataluñí.

                En estos cien años han pasado dos guerras mundiales, la dictadura monárquica de Primo de Rivera, la república, una guerra civil, 40 años de dictadura franquista, otros tantos de democracia como monarquía parlamentaria… Y como si no hubiera pasado nada más que el escarceo de un par de pulgas sobre el duro pellejo ibérico. Uno lee, o escucha, las solemnes gilipolleces de los independentistas, letrados o iletrados, idiotas o apandadores, vascos o catalanes, y se ven así mismo anclados en la historia, con la imagen congelada en sus meninges paralizadas…

                Y, sin embargo, yo me pregunto si en esa misma piel de toro que es España, ellos incluídos mal que les pese, lo que nos pasa es que todos somos así… Dualistas y opuestos hasta la médula, o conmigo o contra mí, de amigos y enemigos aún entre iguales. Un país de moros y cristianos, de judíos y conversos, de carlistas y liberales, de austrias y borbones, de fachas y progres, de izquierdas y derechas, de inmovilistas y revisionistas, de iglesias y errejones, de pericos y susanas, de aznares y rajoys, de estado y de naciones, de nación y de países, de… tontos y tontos.

                Aquí solo pensamos, comparamos y juzgamos por lo uno y por su opuesto, y se nos funde el cerebelo en mantequilla, ya rancia, cuando pensamos en conjunto, cuando abarcamos la pluralidad bajo el respeto, cuando jugamos a juntarnos en vez de a separarnos…

                Por eso, cuando nosotros mismos nos hemos dado algo que no es el bipartidismo de sécula seculorum, esa manida película de indios y vaqueros, de policías y ladrones, y nos otorgamos el diálogo, el entendimiento, el acercamiento en una pluralidad, entonces vamos y a continuación resucitamos el cainismo dentro de lo mismo… para no perder una marca que ya es denominación de origen.

                Lo que decía al principio. Me tendré que convencer que España ha de romperse el corazón a sí misma, y a los españolitos que vienen a ella. Porque sí. Y que seremos Barojas hasta el fin de nuestros tiempos y de nuestra historia… Y pensar que hasta Franco pudo tener razón… Me jode mucho, ¿eh..?, que conste…