SI ALGUIEN LO SABE...
- Por miguel-galindo
- El 07/06/2024
(de Facebook)
Me he leído el libro del Dr. David R. Hawkings “Dejar Ir”, y lo cierto y verdad es que, a nivel intelectual, no muevo ni una línea, ni una palabra, ni una sola coma de su contenido… Coincide con todo lo que sé; con cuanto he trasegado a lo largo de los años; con otros expertos distintos sobre el mismo tema; e incluso es acorde con la propia física quántica si me apuran. Para todas aquellas personas que están en pelea (en buena lid) con su propio ego, es muy recomendable su lectura por la mental apertura, que es lo que procura. Para que rime mientras se arrime.
Sin embargo – es mi personal “pero” – no es tan fácil soltar lastre de basura egóica como él asegura en su principio… Yo hablo por mí mismo, naturalmente, y no en nombre de nadie. Bajo mi personal experiencia yo lo veo un poco distinto a su, por otro lado, acertada visión: Lo que creo es que no es que nosotros seamos adictos a los pensamientos-basura, y solo baste con largarlos y rechazarlos a voluntad, no; es que esos pensamientos-basura son adictos a nosotros, y se nos pegan como lapas a nuestra consciencia, o lo que fuera. A mí me convence absolutamente su teoría, pero sigo echando en falta el método, que ni lo veo ni se lo leo…
Además, el excelente psicoterapéuta que es, que lo respeto y admiro, por supuesto, le viene la cosa con un poquico de ventaja: ya de niño, y después, tuvo experiencias de plenitud holística que, sin duda, le ayudaron a la hora de desplegar su esperanzada estrategia. Estoy convencido de ello. Y me alegro por lo que haya podido compartir, y algunos negados como yo, al menos participar de sus conocimientos, ya que no, como digo, de sus vivencias… Y en este punto, precisamente, es donde quiero plantar el tiesto de hoy.
Los que ya me van conociendo saben que soy una persona de fe en el conocimiento, pero deficiente en su experimento. Soy inmensamente rico en lo primero, y por el contrario, más pobre que las ratas en lo segundo; lo cual me lleva a una posición realmente incómoda, si bien que, eso sí que sí, totalmente honesta… Porque alguién podrá preguntarse, o preguntarme, con toda lógica y sentido, ¿de qué voy yo en mi prédica si toco de oído?.. Pero he de ser sincero en reconocerlo. La honradez empieza por uno mismo.
No obstante mi confesión, también he de decir que a mí, nunca, jamás en toda mi vida, se me ha aparecido virgen ni santo ni cristo, ni maestro alguno para verificarme nada de nada. Tampoco por ciencia infusa. Todo me lo he tenido que amasar yo con el poco trigo que me ha sido dado y en la artesa que se me ha facilitado… Por lo que, a lo mejor, estoy buscando como un gilipollas el milagro ante mis ojos, cuando resulta que está en la humilde artesa y en las escasas espigas que me han largado. Así que si álguien lo sabe mejor que yo… que hable, o que calle para siempre.
Dicen algunos que entienden de esto, que, en realidad, no es fácil lo de soltar lastre; que, de serlo, el mundo sería mucho mejor de lo que es, en pura consecuencia… Eso me tranquiliza, ya saben ustedes aquello de “mal de muchos, consuelo de tontos”. Lo que significa que muchos son los leídos pero pocos los aprovechados. Mi mérito (o eso me dice una persona que considero evolucionada) estriba en que, siendo del general normal, tengo la facultad de saber captar y transmitir (vulgarizar se le llama a esto) conocimientos y verdades holísticas y universales; y que esa es mi misión y, a lo mejor, hasta mi propósito… Pues no deja de ser una jodienda sin merienda. Es como ser un buen confitero y no poder catar los dulces que vende, no me digan que no…
Cuentan de Beethoven, que, tras dirigir su Novena Sinfonía, supo que había compuesto una pieza magistral e insuperable porque, al darse la vuelta para saludar, vió a todo el auditorio puesto en pie, llorando de emoción y aplaudiendo entregado. Su sordera no le permitió escuchar la maravilla que había compuesto… ¡Cuidado!: ni yo soy Beethoven, aunque esté medio sordo, ni mis tarantelas son la Novena, por supuesto, pero mi frustración sí que es la misma. Menos da una piedra. Así que tendré que conformarme, y también “dejarlo ir”, como dice el Dr. Hawkings, a fin de no criar mala sangre.
Lo cierto es que, y esto sí que es verdad, desde que me jubilé acá, he DEJADO IR muchas cosas que ya no necesito, y que antes consideraba imprescindibles; muchas creencias, pensamientos y sentimientos, muchos impedimentos y “malvaloramientos” que ahora me quito como la ganga del metal. Se han quemado en el fuego del crisol, y hoy son cenizas que he esparcido en el viento de mi ya contada, que aún no cantada, vida. Y me siento bastante más ligero de equipaje, como también decía Antonio Machado… Mi mente ha ensanchado y mi ego ha menguado. Esa es la “pedrea” de mi lotería, y tendré que conformarme con ello.
Puede que, al final de todo, el secreto resida en eso mismo: en conformarse con lo que a uno le queda en el fondo de su ya última mochila… En que, si no estoy satisfecho con el breve contenido de mi macuto, me estoy lastrando a mí mismo con la carga de un deseo postrero y marrullero. Es lo que decía Buda, ¿no?.. “La plenitud se alcanza librándote de todo deseo”. En el fondo, si lo pensamos, es lo mismo que también afirma el Dr. Hawkings… Y, como igual decía Salomón: “nada hay nuevo bajo el sol”.
Perdonen que haya preñado mis últimos párrafos de filosofía tardía. Pero, al final, es la única realidad real, y disculpen la redundancia. Que “tal y como es arriba, igual es abajo”, como también dejó escrito Hermes Trimegisto en su Kybalión hace más de 4.000 añetes nada menos… Y que el problema, mi problema, nuestro problema, es que estamos tan jodidamente anclados abajo que aún no hemos aprendido a mirar hacia arriba… Que creemos saber tanto, que no entendemos nada; que el mundo real no es nuestro ombligo, y que ni siquiera nosotros somos lo que creemos ser…
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com