SOBRE LOS CRÍOS
- Por miguel-galindo
- El 12/01/2018
Dicen y aseguran, y advierten, los que saben de esto, que se está observando un fenómeno totalmente nuevo en los críos, y que, tanto a los educadores como a las familias nos está pillando con los calzones bajados. Que se ponen parches sin saber responder al tal hecho, que se ignoran las consecuencias que podrá traer, pero intuyen que los aspectos negativos superarán a los positivos…
Y es que los niños y las niñas cada vez abandonan antes la infancia, y con ello, el pensamiento mágico, que es el pensamiento creativo, lúdico, educativo en definitiva, y el de la capacidad de sorpresa, que es el imaginativo. En otras palabras, cada vez más, el período de infancia se va acortando progresivamente. Y avisan que en un mundo que va demasiado rápido, los chiquillos se contagian de esa velocidad, y con 8 años ya se están viendo comportamientos de 12, y lo peor de todo, sin estar preparados para ello… ¿Qué puede traer el apurar y el achicarse la etapa de la niñez?.. ¿es un fenómeno reversible, o, por el contrario, irreversible?..
Los expertos dicen que lo mejor que pueden hacer los nuevos padres por sus hijos es facilitarles tiempo y espacio para que jueguen entre ellos, con mayor diversidad de niños mejor que con pocos. Que menos tablets, menos televisión, menos móviles, menos abuelos y menos deberes. Eso andan defendiendo ahora educadores y psicólogos. Y esto, a mis cortas luces, es volver a jugar las calles, y que los niños han de jugar con niños, no con viejos… Y si esas calles se han vuelto inseguras, pues a los parques y las áreas de infancia que quizá haya que crear, mejor dicho, re-crear, que es lo que los padres de nuestros hijos tuvieron y de lo que ellos carecen, pues habrá que dotarlos de la seguridad que han perdido. Vamos, digo yo…
“No es fácil saber cómo influye el acortamiento del juego no tecnológico, pero se empiezan a detectar ciertos problemas en los colegios, que antes no existían”, se sincera uno de estos psicopedagogos que hoy pululan por nuestra áulas. Y es verdad, aseguran también las autoridades educativas. “Se manifiesta una mayor falta de competencia emocional y social, se notan más nerviosos e impacientes, hay más bulling y violencia en los recreos y pasillos, no superan la frustración, les cuesta ponerse en lugar del otro (falta de empatía), son menos expresivos, menos emocionales, menos enérgicos, menos imaginativos, menos perceptivos, menos animados, menos apasionados, menos sintetizadores, menos aptos para conectar”… Y toda esta retahíla la suelta una tal Kyung-Hee Kim, que creo que es una psicóloga educativa de fama mundial, según dicen.
Y afirma que se puede recuperar el terreno perdido aplicando un par de conceptos: Que los padres aprendan a decir NO más de lo que lo hacen ahora por cuestión de comodidad, y que hay que crear áreas urbanas donde los niños vuelvan a estar juntos y a jugar entre ellos. Que los críos deben recuperar el mundo imaginario y creativo que es suyo y han perdido, y que los papás deben recuperar el principio de autoridad que también es su responsabilidad e igual han perdido. Eso mismo dice.
Yo me limito a traerlo aquí, después de haberlo leído por ahí. El problema existe, y lo ve todo el que no lleva anteojeras puestas. Las soluciones, no lo sé… Pero si sé que no es que el mundo esté así, no, es que lo hemos hecho nosotros así. Y no es lo mismo. Ni mucho menos…