SUBCULTURA

  

Ya está… Otro año la más esperpéntica de las burricies pasó por Tordesillas. El tristemente famoso Toro de la Vega. Docenas de bestias acosando y matando a un pobre animal. Y cientos, quizá miles, de siniestros y asilvestrados seguidores gozando del sangriento espectáculo de la crueldad colectiva. La brutalidad en estado puro. Y todo un pueblo defendiéndola. Hay que ser más animal que el propio animal, hay que ser una fiera…

Dicen que tiene 500 años de antigüedad. ¿Y qué?, como si tiene 5.000… También lo de Caín y Abel tiene  eones de antigüedad y no lo hemos convertido en la tradición de que el hermano mayor mate al menor, aunque las luchas fraticidas, eso sí, estén a la orden del día… Cuentan que el hijo de una dama noble (que no de una noble dama) se metió a lunero de juerga con sus amigos señoritos de noble cuna, y lo mató el toro. Y que la buen aseñora instituyó un premio a quien, cada año, en las fechas en que el bicho corneó a su vástago, alanceare y matara un astado. O sea, es la conmemoración de una vil y baja venganza. Bonita tradición.

Pero lo más espantoso de un país es que todo un ministro de justicia – manuda justicia de ministro – defienda tamaña barbaridad como “una tradición histórica y cultural”… Pues bueno, enfin, hay culturas y culturas, y subculturas, e incluso anticulturas. Y hay legados culturales bochornosos, como los hay gloriosos, y éste no es muy edificante que digamos… Claro, que si nos dedicamos a ensalzar, o a justificar, como en este caso, los más brutales y sangrientos, pues nos estamos describiendo y definiendo perfectamente.

Por eso la cuestión está cuando los pueblos de esta España inculta y salvaje defienden como cultura, su cultura, las tradiciones más violentas y de más bajas y atávicas pasiones. Cuando las generaciones se educan (las educan fervorosamente) en la defensa a ultranza de los más innobles sentimientos del ser humano, en defensa de “su” tradición, y cualquier tipo de brutalidad y violencia lo es, las personas no evolucionan, si no que se quedan ancladas en una involución que jalea el salvajismo feroz. Y todos esos pueblos inyectan en sus hijos ese amor por lo despiadado a la vez que un profundo odio por los que no lo comparten e intentan evitar que una fiesta se cimente en la crueldad y el fanatismo.

Dice Sánchez, del PSOE, que lo prohibirá cuando él esté al mando. Ya lo veremos. Un político se alimenta de votos, no de buenos sentimientos. Es posible que, llegado el caso, él trague como todos y sea, precisamente, el PP el que vea una oportunidad de hacer oposición atacando lo que ahora justifica… Deberían saber ya los “antisangre” que en España no legislan los legisladores si no los políticos, y éstos lo hacen según su propio interés, nunca en interés general, y mucho menos en interés cuando puede quitar más votos que dar…

Y no están en sus intereses que los generales del país sean los de adquirir una mayor sensibilidad y mejor o más civilizada cultura. Les vale una infracultura atroz como la nuestra si eso les da réditos políticos… Y a mí me parece que en Tordesillas las bestias seguirán masacrando animales, y que las fieras seguirán amenazando a las personas. Vamos, que me dá a mí el barrunto, no sé…