TENEMOS LO QUE HACEMOS

Resultado de imagen de PELEAS ENTRE ADOLESCENTES

El otro día se exhibió en los medios regionales (repetido al día siguiente, y al otro… por la telecommunity), lo que ya va siendo desgraciadamente natural. Aquí al lado, frente a su instituto, dos zagales habían quedado – otra forma de “quedada” – para darse las del pulpo, llaves de artes marciales y hostias como puñales. De todo. A su alrededor, una jauría de descerebrados exaltados por la violencia, jaleándolos, animándolos a matarse, riéndose como becerros, y refocilándose ante tamaña bajeza humana. Uno de ellos, grababa el vomitivo espectáculo para subirlo a las redes y seguir gozando ruinmente compartiéndolo…

            Naturalmente, enseguida la dirección del centro docente aledaño, al que se ve que pertenecían aquellos mamelucos, se apresuró a soltar la ya típica y tópica declaración de que “es un hecho puntual y aislado”, etc., etc… a fin de quitarle importancia al hecho y responsabilidad propia ya de paso. Vale. De acuerdo pues. Pero el problema, que no queremos ver ni reconocer, más bien ocultar, es que ya van siendo muchos “hechos puntuales y aislados” en muchos lugares y en muchas ocasiones. Ya no vale lo de que son hechos puntuales porque ya no son hechos aislados tampoco, si no repetitivos y recurrentes en una espiral en alza. Ya no sirve ese modelo de balones-fuera. No, ya no.

            La realidad es que estamos, formando o deformando, no sé, a generaciones enteras desprovistas de los más elementales valores. Que nuestros hijos, o nietos, carezcan del más mínimo sentido de ética, de moral, de pudor, o de lo que usted quiera, a la hora de formar parte de estos pseudo-linchamientos, se revuelquen en la violencia, y encima la graben y difundan, es para ir preocupándose, vamos, creo yo…

            Claro, aquí siempre salta la misma cuestión de siempre: ¿debe educar la familia?, ¿deben educar los educadores, que para eso se llaman así?... ¿en quiénes recae la responsabilidad de educar, dado que la sociedad ya no educa?... A mí me parece que esa dejación es de todos, y además se retroalimenta a sí misma. Los educadores (¿?) se quejan, y con razón, que se les ha restado autoridad en las aulas, e incluso son agredidos por los propios padres de sus alumnos, cuando no por sus propios alumnos… Los padres aducen que ellos los mandan a la escuela para ser educados, y que su trabajo justifica el deber del maestro en ese tema, eludiendo su propia responsabilidad en ello…

            …Pero el caso es que, si ya los padres abdican de esa su responsabilidad, porque además ya no han sido educados ellos, no van a educar a sus hijos. Nadie puede transmitir lo que no tiene. Pero tampoco quieren ceder autoridad al profesor para que los meta en cintura. En algún punto de la cadena se hicieron pésimamente mal las cosas, y, a estas alturas, nadie quiere reconocerlo. Y ya tenemos generaciones enteras que participan de esa rueda.

            El resultado es, entre otros igual de lamentables, el ejemplo (mal ejemplo) con que se abre este artículo de hoy. Nuestros jóvenes carecen de sentido ético – ya no hablo de moral – y de ciertos básicos principios. Y, lo que es peor, viene heredado de su familia más próxima, avalado por gobiernos incapaces de legislar en esta materia, y permitido por profesionales ya acomodados a esta situación, timoratos y acobardados, por los motivos expuestos.

            Todos sabemos que la culpa es de todos, pero nadie tiene el valor de reconocer la suya. Entonces, nos quejamos y disimulamos a la vez, en un ejercicio de absoluta hipocresía. Y le echamos la culpa al de al lado, o a que “así son las cosas”, sin querer ver que las cosas son así, porque las hemos hecho así entre todos nosotros… Además de cínicos, nos hacemos los tontos.

           

El próx. Viernes, 01/02, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, DEL AMOR Y LA AMISTAD.- Interesante