TENER O NO TENER

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Si se mantiene la tendencia apuntada por el Instituto Nacional de Estadística hace poco, el año que recién acabó termina con casi cien mil habitantes menos en España. Es, para que se hagan una idea gráfica, como si trincara una ciudad media como Cáceres, como si, en un solo año, se quedara vacía. Si seguimos creyendo que no tenemos un problema grave, o es que queremos engañarnos, o es que queremos suicidarnos, o es que somos tontos, o las tres cosas. Si el sistema de pensiones ya resulta insostenible, con el crecimiento demográfico en quiebra, morirá definitivamente. Y no se puede mandar tener hijos en plan absolutista. Se necesita de la responsabilidad ciudadana.

                Franco, con una España mermada por una guerra civil, optó por una muy dura apolítica. Para eso era un dictador con la Iglesia al lado. Restringió el derecho de la mujer al trabajo cuando se casaba, le quebró la pata y la dejó en casa, y la católica anunció que el matrimonio podía invalidarse si no había hijos. Las casadas eran cesadas de las empresas públicas y los métodos anticonceptivos prohibidos y penalizados, y pecado, como lo era grave y cárcel además para la que abortaba y para quién se lo practicaba… Y las familias de posguerra eran mucho menos comodonas, exigentes o hedonistas para traer hijos al mundo con un pan duro bajo el brazo.

                Otro dictador de signo opuesto, Caucescu, en Rumanía, impuso a la ciudadanía la obligación de procrear. En cuanto al aborto y los anticonceptivos, aun siendo comunistas, calcó a la Iglesia Católica. Incluso la policía política sometía a las mujeres a un férreo control de fertilidad, enviando a la cárcel a quienes se resistían a pasar por el aro. No solo logró aumentar la población, si no que igual provocó más de diez mil suicidios de mujeres y más de cien mil niños abandonados en siniestros orfanatos… Gracias a Dios, esos deplorables métodos han desaparecido con la democracia. Hoy las mujeres disponen de la libertad más absoluta en todos los sentidos, y las parejas actúan, bajo su total y estricta responsabilidad.

                La cuestión está en si esa responsabilidad estricta es auténticamente responsable, o solo obedece a cuestiones de hedonismo social. Existen razones válidas tanto a favor como en contra. El equilibrio que permite mantener una sociedad de bienestar, garantista y de prestaciones sociales, solo puede lograrse a través de ciudadanos que trabajen y coticen. No existe otra forma. Aún no se ha inventado otra manera. En pocas palabras, o los nacemos o los importamos.

                El problema se plantea cuando no queremos complicarnos la vida naciéndolos, y padecemos xenofobia importándolos. Y la única fórmula que tenemos más a mano para frenar la merma poblacional que se avecina y a los graves escollos económicos que eso nos va a suponer, es la inmigración… Controlada, organizada, integrada, vigilada, reglada, y todo cuanto queramos, sí, vale, pero inmigración al fin y al cabo. Los estudios están hechos y los números echados. En un par de décadas, España va a necesitar a cinco millones de personas más en edad de producir riqueza e impuestos, o el sistema se va al carajo. O se hacen, o se traen. Nosotros mismos…

                Es la pura y cruda realidad. Sí, lo que usted quiera, impuesta por las reglas del mercado, por la ley de la oferta y la demanda, por la sociedad de consumo, o por lo que sea, pero es la tiranía marcada por el propio sistema, o estado, del bienestar. O eso, o la pobreza, la inseguridad y la precariedad. Nosotros elegimos. Pero si exigimos la libertad de no tener hijos, que vale, que bueno, hemos de ser consecuentes con abrir las fronteras y compartir el pan con quienes quieren ganárselo y no pueden.

                España ya no crece, solo decrece. Son más los que se van que los que llegan. Yo estoy subiendo la rampa de salida, y, egoístamente, debería importarme un comino. Pero me preocupan mis hijos, mis nietos, mis amigos jóvenes… y la responsabilidad se me escapa entre los dedos…

El próx. Viernes, 18/01, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, LAS PALABRAS.- Lo que no nos damos cuenta, pero está ocurriendo.