TURISMO Y MILAGROS

 

El turismo, como aquella película de Paco Martínez Soria, es un gran invento…  Pero si al turismo le añadimos los milagros, entonces se convierten en el negocio mejor avenido del mundo. Bueno, en realidad el turismo y la religión casi siempre han andado los caminos del señor Interés de la mano, junticos los dos, codo con codo. Fíjense en cualquier lugar peregrinatorio, por ejemplo. Lo bien que salió lo de la componenda con Santiago, y que ahora quiere reeditarse con la ruta javierana, o incluso aquí, en nuestra murciana región, con la de la Vera Cruz, donde ya se han puesto en el nidal los primeros huevos, los del Secretario General de Turismo Europeo y lo de los epíscopos y anterior papa, en bendita unión económica, y que están a punto de eclosionar para gozo y contento de los unos, de los otros y de los de en medio.

                Fátima, Lourdes, y un etcétera tan largo como el de la misma Virgen en hacer turismo por esos mundos de Dios. Y digo esto porque leo en un boletín europeo turístico que Lourdes está tocando a rebato. Parece ser que, desde el comienzo de la crisis acá, han disminuido un 24% las visitas, y más del 20% de la reservas hoteleras, haciendo que la facturación caiga en picado. Que en el último año se han cerrado diez hoteles, y sesenta se ven obligados a ofrecer precios casi mendicantes. Mala cosa…

                Y es que, a la crisis pecuniaria y a la de valores en la fé (cada cual su nivel y escala) se une la competencia que hace la propia Virgen, empeñada en aparecerse en distintos puntos distantes, y en diferentes sitios de la geografía, creando así una dispersión que no es buena para el negocio turístiicotelero. Lo de Lourdes, por ejemplo, ocurrió hace siglo y medio, y apenas hace unas pocas décadas, en 1.981, al sur de Bosnia Herzegovina, en Medjugorje, prácticamente con Italia de separata, la Señora se apareció al más puro estilo mariano, o sea, a media docena de niños y con diez “secretos” de por medio que la Iglesia, como es su estilo, administra diciendo que los desvelará pero no es el momento, y que ya veremos y oremos…

                Pero lo que sí se ha producido es que, al ser una aparición digamos más… “fresca”, más actual, y haber ocurrido en un lugar más barato y económico que Francia, pues que el turismo votivo se desplace ahora hacia el este de Europa, a esa aldea de apenas 4.000 habitantes que puso en el mapa el papa polaco al confesarse seguidor de la de Medjugorje… que esa es otra, pues eso, que es natural, lógico y esperable que así pase…

                Claro, que el día que Vaticanosa termine con el invento de las advocaciones, se acabó el negocio. Qué pasaría con la Macarena, la del Rocío y tantas y tantas otras, que siendo la misma se competencian todas en el campo de atraer el turismo… “Nuestra virgen es de pata negra. No acepte imitaciones” es un slogan que se proclama sin decirlo ni escribirlo. Pero, de momento, se siguen abriendo sucursales de la misma franquicia “virgende…”, conservando el pedigrí original pero con distinta marca, y mientras el negocio rule no chamba…

                Pero el personal ya no sabe, o no puede, acudir a todas. Así que la estrategia es renovar la oferta desde múltiples puntos, y lo que no caiga aquí caerá allí. La hostelería y el comercio de cada lugar se hacen la competencia mutuamente, y luchan entre ellos, pero para Vaticanosa todo es el mismo negocio y la misma caja. Esa es su ventaja. Por lo tanto y por lo tonto, para que el milagro del turismo dure hay que echar mano al turismo del milagro.