UN PAR DE CURAS

Resultado de imagen de MONSEÑOR SETIÉN Y ANTONIO BERISTAIN

Ambos dos jesuitas, ambos dos intelectuales y con una enorme capacidad cultural, como no puede ser de otra manera en un jesuita. Ambos dos pertenecientes a una misma fé: la cristiana, ambos pertenecientes a una misma iglesia: la católica. Ambos dos militando en un mismo lugar: el país vasco. En un mismo tiempo histórico y social. Ambos sacerdotes contemporáneos de sí mismos, y sin embargo…

Monseñor Setién, obispo y prelado de San Sebastián (q.e.p.d.) abrió las sacristías a los gudaris de Eta y cerró los templos a sus víctimas. Hasta el consuelo de la religión les negó cuando les pedían misas por sus muertos, si éstos eran personas asesinadas por esa misma Eta. Siempre justificó esos crímenes en nombre del nacionalismo vasco, aún desde su vertiente más perversa, como es el terrorismo. Y aún resuenan sus homilías más incendiarias, que daban aire al fanatismo vasco y echaban sal en las heridas abiertas de hijos, madres y esposas de los masacrados por tal fundamentalismo. Dios sabrá lo que hacer con su alma, que el perdón es una cosa, pero la remisión de los pecados es otra… según proclama el propio credo de su santo clero, claro…

Antonio Beristain, también q.e.p.d., es el otro sacerdote, Catedrático de Derecho Penal, fundador del Instituto Vasco de Criminología, autor de numerosas obras e impulsor de la ciencia Victimología, dedicada a la atención y comprensión de las víctimas de los delitos. Beristain militó en el polo opuesto que Setién. Como pocos curas lo hacían en el país vasco, este jesuita se entregó a las víctimas, predicó y escribió contra el terrorismo, se posicionó valientemente a favor de la libertad de elección y contra el nacionalismo obligatorio, se ofrendó a las familias de los secuestrados, perseguidos, amenazados y asesinados…

Y todo eso, a pesar de que su Órden le prohibiera (¿?) hacer manifestaciones de comunicación y de firmar manifiestos antiterroristas, así como dirigirse a los medios de comunicación y hacer declaraciones a favor de las víctimas y en contra del terrorismo. Incluso su hermano en la fé y superior en el escalofón eclesial, monseñor Setién, llegó a suspenderlo en decir Misa. La beata, oscura, dañina y creyente Euzkadi lo trató y maltrató y persiguió igual que los comunistas países del otrora telón de acero hacía con sus curas disidentes. Solo que éstos, los suyos, son católicos y muy católicos, y Beristain solo era cristiano y muy cristiano.

Quizá por eso mismo, al primero lo han enterrado con toda pompa, dignidades y honores en la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián, y al segundo lo han enterrado fuera incluso del Panteón de los propios Jesuítas, junto a un joven discípulo suyo, precisamente asesinado por Eta… Por cierto, ¿condenan estos crímenes los que ahora piden que olvidemos a los criminales y honran con el recuerdo a un Setién mientras condenan al olvido a un Beristain?..

Que una Iglesia basada en una misma fé se comporte al contrario de lo que predica, tiene un nombre… Pero, ¿y los cientos de miles, millones, de creyentes y seguidores de esa misma fé, a cual de las dos “iglesias” siguen, justifican, obedecen y defienden?.. Porque no pueden ser más contrarias ambas dos. Y porque Alguién a los que ellos honran solo de nombre, dijo que No se puede servir a dos señores

Y… sin embargo, está muy claro. Los sumos sacerdotes de comportamiento fariseo e hipócrita son los que los “seguidores de la Ley”, tan ciegos y falsos como ellos, quieren y asumen en su silencio cobarde… Los curicas como este otro jesuita, Beristain, y otros pocos, muy pocos, poquísimos, como los que yo he conocido algún que otro antonio, son vomitados de la memoria de tanto muerto que solo saben enterrar a sus muertos

 

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