UN TEMA A DEBATE
- Por miguel-galindo
- El 04/12/2018
En uno de mis programas de radio semanales de El Mirador (23/11), el que trataba sobre la Manipulación Mental, sobre el Pensamiento Único, sobre el Pensamiento Dirigido, o como queramos llamarlo, y que es de una tremenda existencia real en la actualidad, el último interviniente nos dejó una perla, que en verdad merece una cuidada reflexión. La emisora no disponía de más tiempo, pero un articulillo dedicado a ello, sí que me puedo permitir. Y aquí estamos.
Decía esta persona, que parece que caminamos hacia un mundo orweliano, donde cada ciudadano dispone de cuanto le es necesario para vivir, menos una sola cosa: la libertad de elegir. Su libertad, libertad para pensar por sí mismo, para decidir sin presiones ni coacciones, para expresar su propia opinión, en una sociedad, eso sí, donde están todas las necesidades cubiertas, y desde un superestado desde donde se gobierna la ciudadanía global desde un pensamiento único y eficazmente dirigido. Desde un absoluto control mental.
Y se decía que esto no era tan malo, al menos para una respetable cantidad de personas que prefieren su seguridad a su libertad. Y tengo que reconocer que eso es cierto, aunque yo no piense así… ¿Para qué queremos la libertad si no tenemos pan que comer?, decía una, ¿para qué queremos pan, si no lo podemos comer en libertad?, argumentaba otro… He ahí el dilema, como diría el loco Hamlet. ¿Pan sin libertad, o libertad sin pan?.. Hay cosas peores, terciaba otro, y es no ser libres y encima tampoco tener pan. Cierto también. Las dictaduras actuales suelen conllevar miserias y necesidades consigo, miren Venezuela, vale, pero, ¿y si se logra una dictadura única donde nadie carezca de nada de lo necesario?.. El debate está servido.
Y es cierto lo que decía el interviniente. Con esto se monta una mesa de opinión, una charla, una conferencia, una sesión de diálogo, de tres pares de narices, porque el asunto tiene chicha. Eso es verdad… Pero, ¿se dan cuenta?.. estamos hablando de un foro donde se ejerce la libertad de opinión y expresión, como si eso no tuviese importancia alguna, y como la libertad de pensamiento es un derecho conseguido, no solemos darle el valor que realmente tiene para las personas. Y la usamos, así, casi que instintivamente, con la ligereza de una ocurrencia.
Pues bien, eso es lo que nos jugamos. Ese es el riesgo. Como respiramos automáticamente no valoramos el aire con que llenamos nuestros pulmones. Pensémoslo… Pero, por supuesto, también existe la otra realidad. Igual que necesitamos alimentar nuestro intelecto, necesitamos alimentar nuestro cuerpo. Vale. De acuerdo. Lo que yo me pregunto es qué alimento es más importante, si el espiritual o el material. Y quisiera hacerlo sin prejuzgar ninguna de ambas posibles opiniones. Pero no puedo evitar pensar que Mózart compuso su mejor música en un cuerpo enfermo. Cervantes escribió su mejor obra en medio de una precariedad espantosa. Hawkings descubrió los entresijos del universo en la cárcel de su propio cuerpo, apresado en una parálisis progresiva y absoluta…
Aunque respeto a los que opinan lo contrario, y valoran más el status de seguridad y bienestar que el de libertad. La tranquilidad de acostarse cada noche con el pesebre dispuesto. Aunque el estar bien cebado también hace que la sangre riegue el estómago antes que el cerebro. Aún sabiendo que las tripas nada tienen que ver con la mente, por muy conectadas que parezcan estar, que tampoco es así por entero… Pero eso sí, están en su derecho de pensar así y de elegir su opción. Lo malo viene cuando ese derecho a elegir tal opción se lo quieren dictar a los demás con una línea de pensamiento único, definido y dirigido, impuesto, ordenado por el Gran Hermano orweliano. Sería Un Mundo Feliz solo para los que se conforman con eso, para los que quieren y desean eso. Vale. De acuerdo… ¿Y los que pensamos de otro modo, qué?.. Pues se nos lava el cerebro. Y en esas andamos… ¿no se dan cuen…?
El próx. Viernes, 07/12, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, CUENTO DE NAVIDAD , o lo que no se nos debería olvidar