VACACIONES

 Resultado de imagen de los niños de la llave

Todos los veranos, cuando las escuelas trincan por vacaciones, cientos de miles de niños en España – más de veinte mil en nuestra región murciana – quedan encerrados en sus casas mientras sus padres trabajan de camareros o dependientes. Su magnífico empleo, ese del que tanto presumen los del gobierno cuando baja el paro, no les permite mandarlos a un campamento, a ninguna escuela de verano, a ningún campus, ni siquiera a bañarse a la piscina del barrio… Si al menos tuvieran abuelos en un pueblo… pero tampoco los tienen. Se les conoce por “los niños de la llave”, porque se les suele ver, si salen de su casa, con ella colgada al cuello…

                Son menores, críos de seis a doce o trece años, incluso con hermanos más pequeños que ellos a su cargo. Por la mañana bien temprano sus padres han de salir al curro de miseria, fruto de esa trompeteada recuperación económica, y ya no vuelven hasta las tantas de la noche, en que solo los ven para acostarse. La madre les deja comida fría, preparada, y ellos se organizan solos durante todo el largo y caluroso día. Si es uno nada más, quizá salga de casa, a pasear por algún parque cercano, o a comprar pan en algún lugar próximo. Suele vérselos deambular en solitario alrededor de sus pisos, cerca de sus casas… Si están acompañados por otros hermanos menores, no salen de la vivienda, salvo para alguna urgencia o necesidad…

                Esas son las vacaciones escolares de todos estos zagales (más de 300.000 se calculan en esta España de superación de la crisis) que, sin duda alguna, deben estar deseando volver al colegio, y que terminen de una vez unas vacaciones que son un infierno de soledad y abandono. Para estos críos, las vacaciones no son un premio, sino un castigo, y sin tener ninguna culpa de nada…

                El sistema no ha previsto siquiera hacerse cargo de ellos, con actividades diarias en sus barrios, en residencias de verano, en centros de día, en campamentos especiales… No. Eso no. Hay que tostarse en la playa y aprovechar para dar de ganar unos euros a los que sirven a la tostadora, y no hay para mantener nada más. Es lo que da la mata. Y es más mata que planta. Pues ojalá y no tengamos que arrepentirnos…

                Y esto no es fruto de la ocupación laboral, si no de la mala, pésima, ocupación laboral. De la enorme, brutal, y cada vez mayor, brecha social que está produciendo esta mal llamada y peor gestionada recuperación económica, de la que tanto presumen los que deberían avergonzarse. Donde cada día se hace más grande la diferenciación económica. Donde estamos haciendo un país de ricos y pobres, de siervos y servidos. Y donde esos niños de la llave, no lo dudemos, son los hijos de los siervos.

                No es una apreciación, no… Hace muy poco, en el Informe Anual del Colegio de Economistas se decía muy clarito, negro sobre blanco, que “la recuperación económica no se ha trasladado a los sueldos. Incluso los de mayor tirón del empleo siguen bajando”. Eso mismo se lee. Y no, la recuperación económica solo se ha trasladado a los beneficios empresariales, no a los sueldos. A las grandes compañías y empresas, a los de las Sicavs, a las financieras, a los altos gestores… Eso sí.

                Así que lo de “los niños de la llave” es una consecuencia directa de eso. Es el síntoma lacerante que asoma cuando el país y sus estructuras cierran por vacaciones, y se une al turismo al que servimos y del que dependemos. Que los críos se quedan solicos en casa porque no hay escuela abierta ni funcionando que disimule la bochornosa y dolorosa realidad.