VIOLENCIA(S)
- Por miguel-galindo
- El 11/01/2016
“Dejémonos ya de las zarandajas que la ideología de género enturbia…”, es el alegato del arzobispo de Toledo, que vincula la violencia de género con “la falta de verdadero matrimonio”. Naturalmente, el matrimonio para este epíscopo no está en la relación, ni en el comportamiento, ni en el amor, ni en la educación, ni siquiera en la existencia de principios, si no en lo que ellos llaman sacramento, o sea, en su dogma de la indisolubilidad. Y se atreve a afirmar que el hombre mata a su mujer por la amenaza de ella a separarse. O sea, ya saben los legisladores y políticos, la violencia de género se acaba de una vez para siempre en cuanto se anule el divorcio. Así de simple. Así de simplista.
Otra perla de este prelado es que “el problema serio radica en el rechazo del hombre por no aceptar, tal vez, sus imposiciones…”. Efectivamente, si hubiera sumisión tal vez no habría violencia. Acaso alguna colleja, pero nada más… Tampoco es que se distancie mucho la doctrina de este tonsurado de la de aquel imán de Fuengirola. La única diferencia es que no ha dicho que, otra vez tal vez, con una buena tunda bien dada sin dejar señales, se eliminarían males mayores, pero, claro, cuando la mujer no se deja calentar, pues pasa lo que pasa. Luego, el obispón se pierde en disquisiciones sobre que no es cuestión de leyes, si no de catequesis… aunque hemos llevado más de cuarenta años de catequesis nacionalcatólica y no ha servido absolutamente de nada , bueno, sí, para deformar más que para formar…
Mi opinión puede que levante ampollas, pero creo que la violencia de género es directamente proporcional a la discriminación positiva de las leyes con respecto a tal género. Existe un principio en física que dice que toda fuerza que se realiza en determinado sentido desarrolla una fuerza de igual intensidad en sentido contrario. Y somos seres demasiado físicos, aún a nuestro pesar. A mayor desigualdad en la aplicación de las leyes, mayor resistencia y reacción en contra. No estamos hablando de dureza, si no de equilibrio. Como tampoco estamos hablando de reacciones humanas lógicas, si no, por el contrario, de irracionalidades. Y un ser capaz de matar y luego matarse, no razona, si no que reacciona…
No es mi deseo crear polémicas, pero está demostrado, y a la vista los resultados, que las leyes antiviolencia en un solo sentido parecen desarrollar muertes también en un solo sentido. En modo alguna las disminuyen, más bien al contrario… Algo habremos de estar haciendo mal, y no precisamente por donde predica el toledano. Porque, si así fuera, la cosa no podría ser más fácil: se someterá la mujer al marido como manda el santo mártirmonio, y a tomar por saco la bicicleta, doña Enriqueta… O si no, habrá que mirar por otro lado, que no para otro lado, claro…