VOMITIVO

Resultado de imagen de MESSI SALTANDO AL CAMPO CON EL NIÑO AFGANO

Lo que nos regala la publicidad larvada, o indirecta, sobre la construcción de imagen de un ídolo mediático, conviene siempre ponerlo en tela de juicio. Éste es un caso real, nada inventado, aunque sí que ignorado por lo que conviene y cuando interesa.

            Mustaza Ahmadí tiene 5 añicos, y es de un suburbio de Kabul, Ghazmí, donde jugaba al fútbol en un medio miserable y embarrado, con un remedo de camiseta del Barça contrahecha de plástico viejo, y el número y nombre de su ídolo, Messi, pintarrajeado a la espalda. Por a algún hado del destino más interesado, una foto del niño hecha desde algún móvil, llegó a manos de algún alguien, o de algunos quienes… Allí había molla de donde sacar y cimentar el aspecto humano y solidario de los que rinden grandes beneficios a corporaciones y a sí mismos… Cuestión de imagen.

            El caso es que, para cuando los azulgranas jugaron en Quatar, en diciembre de 2.016, el niño fue localizado en un campo de refugiados afgano, y transportado a su sueño. Lo que pasó es que el pequeño Mustaza se vio saltando de su tienda-chabola de lona al césped del estadio de Doha de la mano de Messi, con un chándal varias tallas más grande (no contaron con el raquitismo añadido a sus cinco años), dentro de los focos y las cámaras de todos los medios de comunicación, cumpliéndose su más preciado anhelo, si es que alguna vez lo tuvo tan grande.

            Luego, su ídolo, en acto grabado, claro, le regaló un equipamiento completo y un balón, públicamente firmados, naturalmente, y, tras las fotos, fue devuelto sin más dilación al campo de refugiados de donde se le había sacado para, por supuesto, y alabado sea Alá y el bendito Dios cristiano, cumplir su más entrañable deseo con su más carismático ídolo infantil. Ahí quedó todo.

            Dos años después, el crio y su familia fue devuelto a su aldea de origen, a un asentamiento de enorme riesgo y peligrosidad a causa de la guerrilla de los Isis, pues no podían permitirse el lujo de la miserable cuota que tenían que pagar para ser refugiados (¿?) que es la “protección” que suponen dichos “campamentos”, eufemísticamente hablando… El caso es que hoy, las mafias del lugar acosan y amenazan a su familia para sacarle la ayuda económica que suponen pudo recibir de su “amigo”, el millonario Messi.

            Cuando la ayuda fue totalmente al contrario. Justo al revés. Fue Mustaza Ahmadí quién ayudo a Messi a reconstruir su perfil humanitario y solidario, su buenismo, tunneado de lamentables montajes prefabricados. Una vez cumplida su misión, el niño fue remitido de nuevo a su inhumano agujero, así, sin más… Eso sí, claro con su ilusión infantil satisfecha, y con un sueño que ya no sabe si fue real o qué fue aquello.

            Pero la realidad es que estos ídolos de masas utilizan a estas pobres criaturas para hacerse un lavado de imagen y luego tirarlos de nuevo a la basura de donde lo habían sacado. Es una publicidad falsa y deshumanizada. Tanto, que estas prácticas deberían estar prohibidas y ser severamente castigadas. Es una asquerosa e inmunda publicidad que les sale tan barata que dan náuseas. Tan barata como efectiva, por desgracia. Y tana indigna como abyecta.

            Realmente, cada vez que la viéramos retratada en el couché de las crónicas que acogen esta brutal y vil mascarada, en vez de aplaudir deberíamos de escupir…

El próx. Viernes, 11/01, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, RECORDEMOS LA HISTORIA, (o tendremos que repetirla). No puedes permitirte perdértelo.