+ VOTANTES y - MILITANTES

  

Hemos vivido (aún la estamos viviendo) una guerra civil en un partido político constitucionalista, promovida y provocada por una facción que quiere que deje de serlo, encabezada por un secretario general con síndrome de Napoleón. Y los separatistas meándose de gusto y afilando las hoces cainitas en sus respectivos parlamentos. Felipe llama embustero a Pedro. Pedro le contesta que mientras él sea el jefe hace y dice lo que quiere (no lo desmiente). Se produce el cisma, y al correo del zar lo expulsan de la sede, le impiden la entrada, y convoca una rueda de prensa en plena calle... Saltan las alarmas. Y Sánchez de Lagarra y Nolasuelta, alias el Mandoyo, proclamando la independencia de sí mismo acuartelado con sus leales.

                Kafkiano. Algún día se hará una película de estos hechos, seguro, aunque Pajares y Esteso ya no estén en activo… Lástima. La estrategia del golpismo político desde dentro, esta vez por parte del General Sánchez (antes de quedar anulado como secretario), es casi siempre la misma que en cualquier otro partido, sobre todo de izquierdas o lo que sea que esto fuere. Y es montar la revolución siempre en nombre de la militancia, como inequívoca señal de democracia… Falso. Es todo lo contrario. Es la antidemocracia, porque dan el cambiazo – nada por aquí, nada por allá – a votantes por militantes. En una comparecencia reciente de esta revuelta, César, el vicecónsul de Petrus imperator, en apenas un par de minutos, nombró a los militantes ocho veces (se las conté) pero ni una sola vez, ninguna, a los votantes. Esa es la estrategia. Mostrar lo de menos y esconder lo que más.

                Porque lo cierto, la pura y dura verdad, es que el PSOE no llega a doscientos mil militantes, pero su cifra suelo de votantes, hasta ahora y son los peores resultados de su historia, es de cinco millones y medio, que son, en definitiva, los que han puesto a todos donde están. Dividan ambas cifras, y verán que el porcentaje que hay de militancia en la “votancia” apenas es del 0,04%. O sea, cuando estos genios hablan de militantes, se están pasando por debajo de las poneduras de gallina nada menos que al 99,96% de sus votantes. Esa es la dolorosa, única y cínica realidad.

                Pero es que en el PP, la militancia es tan solo del 0,08% de su votancia; en Podemos, y es el que más, no alcanza el 0,09%; o en Ciudadanos, que apenas sobrepasa el 0,07%... Si alguien tiene la curiosidad de saber las siderales diferencias entre los militantes y los votantes de cada partido y que los han aupado a sus lugares de privilegio, yo tengo las cifras, que me las pida… aunque son enteramente públicas, naturalmente.

                Lo único que pone de manifiesto esta mascarada, esta vulgar suplantación, es que los partidos desprecian a la ciudadanía que los vota y encumbran, y se cubren, y se enjuagan la boca de mentir, con sus siempre heroicos militantes. Le dan el valor que no tiene a lo que carece de él y se lo niegan al que lo tiene… Aún entendiendo el tremendo valor práctico de que los militantes les llenen y aplaudan los mítines, digan lo que digan en ellos. Eso vende imagen ante los medios… Vale, lo reconozco. Y respeto, aunque lo dude, lo que dicen y presumen de que sus militantes les ganan las elecciones... Porque, aún y así, los que tenemos la urna cogida por el mango somos nosotros. Es que parece que a ellos se les olvida. A ver qué pasa si no se nos olvida a nosotros…