...Y A VER QUÉ PASA

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Que lo lógico, natural y de sentido común, para intentar dar una solución democrática al problema catalán, es convocar unas elecciones autonómicas, está fuera de toda duda. Es de manual. Y lo que se debe de hacer. Es lo que dicta la razón y la buena práctica política. Una vez aplicada la Constitución por la ley, se devuelven las urnas (las transparentes y auténticas, no las opacas y tramposas) a la ciudadanía, para que ésta actúe de árbitro y ponga orden y concierto ejerciendo su voto. Como debe ser…

            Pero ese impecable procedimiento debe sustentarse sobre dos piernas razonablemente sanas, para no volver a caer de bruces en el mismo maniqueísmo al que se le quiere dar carpetazo. Una de las piernas es una clase política sana y medianamente inteligente. Vale. Esto, como enunciado, es la fórmula perfecta, pero aquí, en Cataluña digo… y también en España, pues nos nutrimos de lo mismo por mucho que se empeñen los primeros en mantener xenófobas distancias y de clase con respecto a los segundos, ¿la pierna política que nos sostiene es medianamente inteligente y está lo suficientemente sana?.

            Esa pierna política está compuesta allí por partidos de izquierda, casi todos nazi-onanistas y separatistas, a la vez que separados entre sí por diversos matices que los hace ir cada cual por su lado, y que no se ponen de acuerdo en compartir porque todos quieren repartir y ser ellos los que reparten. Y por unos partidos constitucionalistas que, si bien está en sus manos hacer un frente común contra los que su única misión es cargarse esa Constitución que ellos defienden, y destruir el Estado del que ellos forman parte, incomprensiblemente, a las primeras de cambio, nada más empezar los preliminares de la campaña, ya andan enfrentándose, haciéndose la guerra y haciendo el imbécil.

            Los unos (PP), queriendo llevar la batuta y amenazando con incumplir los primeros acuerdos, y los otros (Psoe), bailándole el agua a los separatistas a los acordes de la sardana de la transversalidad, y ambos dos, dedicándose a lapidar al único (Ciudadanos), que puede servirles de bisagra para lograr el fin común de estabilizar Catalunya. Como siempre, partidos políticos ineptos que ponen sus intereses bastardos por encima de los intereses generales, de la gobernabilidad, y del propio Estado y de la ciudadanía.

            Como consecuencia directa (o quizá, al revés, justo lo contrario), la otra pierna, la de esa misma ciudadanía, dividida igualmente en dos: los ciegos, obtusos y abducidos por el fanatismo y fundamentalismo de unos líderes alucinados, farsantes, embusteros, retorcedores de la realidad, y delincuentes, y aquella otra mayoría silenciosa, o silenciada, por sí misma o en sí misma, que lo que siempre ha hecho es verlas venir, sin tomar partido. Quedándose tan ricamente en casita, o marchándose a su torre con la familia, a ser felices y comer perdices con pantumaca…    

            Así que, salvo que ambas piernas, o alguna de las dos al menos, no se ponga en pie y ande decididamente en dirección al objetivo con más sentido común de todos… porque si una se dedica a sus miserables y egoístas intereses partitocráticos, y la otra, comodona como ella sola, se dedica a mirarse su masiego ombligo, el desastre estará de nuevo asegurado y servido.

            Y Cataluña, sin empresas, sin nada, se vaciará de sí misma, en sí misma y por sí misma, porque su propia gente tendrá que buscar la supervivencia perdida, y se convertirá en una especie de Corea del Norte, europea, pero no en Europa, claro, si no por ahí, flotando en el vacío… El 21-D también empieza el invierno…