Y TÚ... ¿QUÉ ERES?..

... Esto me preguntó una persona joven que me presentaron, y que seguía mis cosas esporádicamente… Hago la puntualización de joven, porque es lo que hacemos los de mi edad cuando describimos a alguien que puede ser nuestro hijo o hija, o nieta o nieto… y eso lo hacemos para no tener que dar detalles y sentirnos tan viejos. Y, la verdad es que me dejó un tanto así como trastabaleado, válgame el palabro inventado. Yo mismo, antes de responder, tuve que preguntarme a mí mismo qué es lo que soy: ¿qué soy en realidad?.. Puedo contestar muchas cosas sin decir mentira: jubilado, lector, escribidor, gilipollas… Pero, ateniéndonos a su pregunta concreta: ¿escritor o cronista?..

¿Acaso no es lo mismo?.. Pues no, evidentemente no lo es. Sería como decir que cualquier carpintero puede ser ebanista. Y no es lo mismo, aunque se usen las mismas herramientas. Como no es igual que lo que estamos tratando. Considero que un escritor puede ser cronista, pero no todo cronista puede ser escritor. Y, aún y así, tampoco necesariamente… El caso es que yo me siento cómodo considerándome como articulista, pero, la verdad es que tampoco lo sé. Así que… Pero, bueno, ¡cuánto prolegómeno, joer!, al final, qué c… le contestaste?, me preguntarán ustedes, ya hartos y con razón…

Pues le contesté, poco más o menos, que yo soy lo que ella (era una chica) considere que soy… Porque lo cierto es que no hay más certeza que esa. La cuestión de fondo es que uno no es nada más que lo que los demás consideran que es, ya que, en mi caso, por ejemplo, y ya que estamos aquí, en realidad no sé a ciencia cierta qué leches soy, si escritor, si cronista, si columnista, o si un jodido jubilata que se aburre… Que yo quiera creerme cualquier cosa no quiere decir que lo sea, pues bien puedo ser cualquier otra, o peor aún, no ser absolutamente nada… Pues esa es otra, que yo me he pasado toda mi vida activa haciendo cosas que no me gustaban en su inmensa mayoría de las veces, pero no tenía más puñetero remedio si quería comer a diario, mantener una familia, y tener un respetable pasar, o lo que fuera eso, una especie de medio de vida, que no un fin de vida…

Es que… ya que hablamos de esto, tampoco es lo mismo el fin que el medio, ni mucho menos se parecen en nada… Y sigamos con mi ejemplo personal, puesto que todo ha surgido por una pregunta un tanto indiscreta, y ya no vamos a diseccionar a otro bicho que el que ha surgido aquí y tenemos más a mano (cada cual, o cuala, haga el ejercicio consigo mismo, o misma)… A mí, personal y particularmente, siempre me ha encantado leer mucho y escribir más. Soy de aquella lejana época de los dinosaurios en que saber leer y escribir y un poco de cuentas era un bagaje aceptable. “El resto, se lo enseñará la vida”, solía decirse más o menos conmiserativamente. Era un poco como: démosle los rudimentos, y allá se las apañe con los pimientos… Y yo tenía, en mi caso al menos, un poco de ristra esperándome…

Pero lo de leer y escribir me entró hondo. Lo primero, por ser una parte del oficio que me esperaba, y lo segundo, porque con un lápiz y un folio a mano, entre dibujar y escribir era más que suficiente… Así que me dediqué a sisarle a mis escuetos descansos tiempo para hacerlo e intentar “colocarlo”: certámenes, juegos florales (con Marcha de Aida incluida, mucho ojo), algún que otro periódico o revista que me acogía a bolsa vacía, o sea, “a cappella”, y por pura afición… Hasta tal punto le tomé afición, que durante mis últimos 40 años por lo menos, no dejé de bailar los dedos sobre el papel semanalmente. Hoy lo hago todos los días sobre pantalla… hasta el punto de llegar a labrarme una reputación de persona “non grata” para cierta clase, en lo que cabe, por no dejar de darle al vicio…

…Y sigo sin saber, a estas alturas ya, qué puñeta es lo que soy. Hasta el punto de tampoco saber respondérselo a una muchacha que apenas empieza a buscarse la vida en lo que ella quiere hacer profesión de lo que yo hice afición. En definitiva, en aquello que le gusta hacer. Es su ventaja: ella ha podido prepararse para ello, ahora tiene que apañarse para lograrlo, y vivir de eso. Yo no pude, o no supe, hacerlo. Quedó como una válvula de escape, valiosa para mí, eso sí, pero inútil para haberme dado la satisfacción de haber vivido mi vida haciendo lo que me gustaba hacer. Ojalá y ella tenga más suerte.

Pero no importa… Si esa chica acierta a leer esta cosa, y se reconoce, le contesto aquello que ya le contesté: que uno es la imagen que los demás se hacen de él. Pero le añado otra cosa que entonces no le dije: que luche con todas sus fuerzas porque los demás tengan la imagen que ella misma quiere tener ante todos. Esa es la clave de bóveda. Para ello solo tiene que ser buena en lo que se proponga… Y eso, sin ser fácil, tampoco es tan difícil si le gusta…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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