...YA SE SABE
- Por miguel-galindo
- El 10/02/2017
Hay cosas que nunca entenderé del todo. En una ciudad cercana y de esta tierra, una de las muchas de España, un ministerio pone a la venta una vieja propiedad suya cerrada al uso desde los tiempos de Maricastaña, y abandonada a la decadencia y la ruína… Una empresa privada, de interés público además, la adquiere para ampliar su actividad social, y, automáticamente, en ese mismo momento, ¡zas!, el sarpullido popular, populista y populachero… El movimiento ciudadano de guardia y de turno se tira a la calle, pancartas al aire, a reivindicar lo que ha convertido en obsoleto más medio siglo de dejadez, para uso público. Se abren las ganas cuando se ve comer al otro…
Entonces, acusan al ayuntamiento de esa ciudad de no haberlo comprado él para destinarlo al barrio, y ya de paso y por extensión, se carga contra la empresa por atreverse a adquirirlo… Es un clisé que se repite, invariablemente, en todo el aquí o allá de nuestra geografía, pero este caso pertenece a nuestra región. La ciudad es Cartagena, el barrio San Antón, y la empresa el Perpetuo Socorro, que, por la proximidad a su hospital, es quizá la única empresa de interés público con interés en comprarlo, y, ya de paso también, ampliar sus servicios sanitarios, dar mayor y mejor cobertura, y también más y mayor empleo, cosa que nunca viene mal, creo yo… Pero se demoniza por estar precisamente ahí, en medio de la ubicación… y del conflicto de intereses.
A veces, la ciudadanía, como ente abstracto que es cuando se convierte en masa, tiene la memoria flaca. Y cae en sangrantes contradicciones que, a veces, deberían hacerse mirar antes de obrar. Y digo esto porque no se puede llevar razón en una cosa y a la vez en su contraria. Así, criticamos a las administraciones locales de su desmedida inversión en macro-construcciones públicas que luego no puede mantener, salvo que achicharren a impuestos a los vecinos, y luego volvemos a criticar lo contrario, como es, concretamente, este mismo caso.
...Y hablando de cárceles, a mí me recuerda aquellas manifestaciones, masivas y furibundas, precisamente contra la implantación de la macrocárcel que, al final, fue a Picassent a parar, como el premio gordo de la lotería de Navidad, Papá Noël y los Reyes Magos, todo junto en un mismo lote. Al final, Cartagena perdió, y mucho, y el pueblo valenciano ganó, y muchísimo. Los beneficios económicos, de seguridad, infraestructuras, y compensatorios con el comercio, la industria y los servicios locales fueron inmensos, y Cartagena hizo el listonto, de lo que se aprovechó la comunidad vecina… Yo fui testigo de primera mano – Coec se mojó en aquello – y sé muy bien de lo que hablo y lo que estoy diciendo.
A veces, hay intereses escondidos que mueven a la gente en el sentido equivocado para ella, vendiéndoles la burra al revés de como es. Solo hay que excitar al personal contándole lo que aparentemente le quitan, pero ocultándole lo que, con toda seguridad, les costaría el oneroso mantenimiento de su dudosa necesidad. Luego, o se vuelve a cerrar por no poder apechar con ello, o se cede su uso a una empresa privada… precisamente. Del resto, ya sabemos de sobra…